martes, 28 de junio de 2011

Jóvenes en Acción

En clase trabajamos con 5to A (Economía) durante un mes sobre la realidad social argentina. Fueron días de compartir, pensar, debatir... hasta que surgió la pregunta: ¿Podemos hacer algo?
Apoyo escolar.
Allí comenzó todo. Dos abanderadas de la idea y la preparación, y un grupo dispuesto a entregar parte de su tiempo con niños que viven una realidad complicada. Debo reconocer que poco colaboré en la previa. Pero al mismo tiempo creo que fue importante. Todo nació de ellos.
El lugar elegido: El Centro san Marcelino. Un centro de atención a niños en situación de riesgo, que funciona en la Villa Marista de Mar del Plata. En él se da desayuno y almuerzo, apoyo escolar y recreación a 35 niños que van de los 6 a los 14 años. Todos ellos derivados por los gabinetes de 3 escuelas de la zona. De más está decir que hay lista de espera, pero el espacio y el limitado personal hace que sólo estos niños puedan tener acceso a la contención que necesitan.
Compartiendo el Almuerzo.
Con todo preparado fuimos al encuentro de los niños. Y éste se fue dando de a poco, pero constante. La confianza ganó y al momento de comenzar con el Apoyo Escolar ya estaban todos trabajando juntos. Fue hermoso verlos integrados, compartiendo, charlando, dando cada uno lo que tenía.
Los juegos y la búsqueda del tesoro dieron paso al almuerzo y la despedida. Y por supuesto, el pedido de los niños para que los jóvenes volvieran. El vínculo se había creado.
Luego de la partida de los niños, pudimos conversar con Adriana que está como voluntaria en el centro desde su origen hasta el día de hoy. Ella nos contó sobre los niños que concurren, de los sueños y proyectos del Centro: comprar un terreno en el barrio donde viven los chicos y construir allí un nuevo lugar que ellos puedan sentir propio. La posibilidad de que puedan albergar a más niños, y de trabajar en un doble turno...
Adriana, Graciela y Susana. 
Y llegó el momento de Graciela. Su tarea es cocinar y estar atenta a los niños, pero es mucho más... Ella vive en el mismo barrio de los chicos. De origen humilde, contó su experiencia personal, y cómo se vive en el barrio. De la pobreza y la droga. La emoción nos embargó a todos...
Finalmente volvimos al Colegio. Allí compartimos lo vivido, y surgieron muchas ideas para que esto que había comenzado se convirtiera en algo más. Cuando el corazón solidario de los jóvenes se despierta, es imposible detenerlos. Sólo hay que darles el espacio.
Jesús se hizo presente en el Centro Marcelino de la mano de cada uno de ellos. Los admiro, chicos, por su entusiasmo y compromiso. Gracias por esta caricia para el alma.